Más que una simbiosis, las empresas estatales del aluminio en Bolívar han establecido una relación de subordinación con Glencore, el mayor comercializador de "commodities" en el mundo. Por Joseph Poliszuk
JOSEPH POLISZUK
| EL UNIVERSAL
En la práctica, las empresas
estatales del aluminio en Venezuela se han convertido en una suerte de
maquila de Glencore, la mayor comercializadora de materias primas en el
mundo. La trasnacional de origen suizo resultó ser el principal
proveedor, cliente y en ocasiones hasta prestamista, al comprar su
producción a futuro a cambio de efectivo inmediato.
La industria estatal del aluminio ha llegado, en las ocasiones más extravagantes, a pagar a Glencore con insumos que le ha comprado, nada más y nada menos, que a la misma Glencore. Son escenarios de un mismo circuito en el que la trasnacional traslada bauxita y otras materias primas a Guayana y luego se las vuelve a llevar como aluminio y productos terminados.
Bauxilum, por ejemplo, por primera vez ha tenido que acudir a una empresa trasnacional para importar bauxita, el mineral primario para la fabricación de aluminio. La trajo desde Brasil, Guyana y hasta Indonesia por intermedio del trader suizo. Luego lo suministró en forma de alúmina -el precursor del aluminio- a la industria transformadora estatal, que con eso fabricó aluminio del que 30% estaba previamente reservado... para Glencore.
Es un negocio redondo para Glencore, una de las transnacionales más poderosas en el mercado de materias primas. La firma compra y vende en todo el planeta desde maíz hasta petróleo y no en vano tiene una sucursal en Ciudad Guayana, donde florece a pesar de las proclamas anticapitalistas del Socialismo del siglo XXI.
La industria estatal del aluminio ha llegado, en las ocasiones más extravagantes, a pagar a Glencore con insumos que le ha comprado, nada más y nada menos, que a la misma Glencore. Son escenarios de un mismo circuito en el que la trasnacional traslada bauxita y otras materias primas a Guayana y luego se las vuelve a llevar como aluminio y productos terminados.
Bauxilum, por ejemplo, por primera vez ha tenido que acudir a una empresa trasnacional para importar bauxita, el mineral primario para la fabricación de aluminio. La trajo desde Brasil, Guyana y hasta Indonesia por intermedio del trader suizo. Luego lo suministró en forma de alúmina -el precursor del aluminio- a la industria transformadora estatal, que con eso fabricó aluminio del que 30% estaba previamente reservado... para Glencore.
Es un negocio redondo para Glencore, una de las transnacionales más poderosas en el mercado de materias primas. La firma compra y vende en todo el planeta desde maíz hasta petróleo y no en vano tiene una sucursal en Ciudad Guayana, donde florece a pesar de las proclamas anticapitalistas del Socialismo del siglo XXI.
Futuro empeñado
Sólo entre 2009 y 2010 Glencore reservó
cerca de un millón de toneladas de aluminio en contratos a futuro. Y aun
antes de volverse proveedor, ya esos convenios generaban pérdidas
millonarias al Estado venezolano.
En esa relación comercial, Bauxilum ha firmado tres contratos con Glencore desde el año 2005 y negociado tres extensiones que la comprometen hasta el año 2018. Eso sin contar otro suscrito el 30 de agosto de 2011, en el que garantizó el suministro de 1,4 millones de toneladas de bauxita a Glencore a cambio de un préstamo por 120 millones de dólares.
Ese último acuerdo fue autorizado por el entonces ministro de Industrias Básicas y Minería, José Khan, quien llegó al cargo -precisamente- por el escándalo que provocó su antecesor, Rodolfo Sanz, por esos contratos. Mientras Sanz decía que esos acuerdos eran un "vicio perverso porque terminan apoderándose de las empresas y terminan ellos haciendo lo que les da la gana" (18 de julio de 2009), en el cuarto piso del edificio de Bauxilum les colocaba su firma.
En esa relación comercial, Bauxilum ha firmado tres contratos con Glencore desde el año 2005 y negociado tres extensiones que la comprometen hasta el año 2018. Eso sin contar otro suscrito el 30 de agosto de 2011, en el que garantizó el suministro de 1,4 millones de toneladas de bauxita a Glencore a cambio de un préstamo por 120 millones de dólares.
Ese último acuerdo fue autorizado por el entonces ministro de Industrias Básicas y Minería, José Khan, quien llegó al cargo -precisamente- por el escándalo que provocó su antecesor, Rodolfo Sanz, por esos contratos. Mientras Sanz decía que esos acuerdos eran un "vicio perverso porque terminan apoderándose de las empresas y terminan ellos haciendo lo que les da la gana" (18 de julio de 2009), en el cuarto piso del edificio de Bauxilum les colocaba su firma.
En esas compras a futuro, Glencore se aseguró todas las de ganar: en
lugar de pagar los cargamentos al precio del mes inmediatamente anterior
registrado en la bolsa de valores del London Metal Exchange, como se
estila en todo el mundo, la República Bolivariana de Venezuela aceptó
que Glencore y Noble Resources, otra trasnacional, escogieran el mejor
precio -el menor- de los últimos tres meses de cada despacho.
De haberse cumplido los convenios al pie de la letra, hasta septiembre de 2013 el Estado habría dejado de percibir algo más de 10 millones de dólares -US$ 10.126.297 con exactitud- sólo por la venta de 183.600 toneladas de aluminio primario y 32.400 de cilindros que Alcasa, otra de las empresas del complejo del aluminio de la Corporación Venezolana de Guayana, se comprometió a enviar en condiciones preferenciales en un contrato firmado el 1 de diciembre de 2009.
Pero ya se ve que con Glencore se negoció mucho más que eso. Los compromisos financieros de Alcasa y Venalum con el gigante suizo -en esas condiciones- reservaron alrededor de 964.000 toneladas de aluminio, el equivalente a casi toda la producción de los últimos tres años.
Amén de quebradas, las empresas básicas del aluminio están hipotecadas con Glencore. La emergencia eléctrica de 2010 obligó a desconectar buena parte de la cadena de producción, por lo que salir de las deudas se ha hecho cada vez más complicado. La transformación de bauxita en alúmina, por ejemplo, pasó en seis años de casi 2 millones de toneladas a unas 807.000 anuales. En este marco, Bauxilum aún le debe a Glencore más de 3 millones de toneladas de alúmina, una cifra que supone entregar la totalidad de la producción actual de casi cuatro años.
De haberse cumplido los convenios al pie de la letra, hasta septiembre de 2013 el Estado habría dejado de percibir algo más de 10 millones de dólares -US$ 10.126.297 con exactitud- sólo por la venta de 183.600 toneladas de aluminio primario y 32.400 de cilindros que Alcasa, otra de las empresas del complejo del aluminio de la Corporación Venezolana de Guayana, se comprometió a enviar en condiciones preferenciales en un contrato firmado el 1 de diciembre de 2009.
Pero ya se ve que con Glencore se negoció mucho más que eso. Los compromisos financieros de Alcasa y Venalum con el gigante suizo -en esas condiciones- reservaron alrededor de 964.000 toneladas de aluminio, el equivalente a casi toda la producción de los últimos tres años.
Amén de quebradas, las empresas básicas del aluminio están hipotecadas con Glencore. La emergencia eléctrica de 2010 obligó a desconectar buena parte de la cadena de producción, por lo que salir de las deudas se ha hecho cada vez más complicado. La transformación de bauxita en alúmina, por ejemplo, pasó en seis años de casi 2 millones de toneladas a unas 807.000 anuales. En este marco, Bauxilum aún le debe a Glencore más de 3 millones de toneladas de alúmina, una cifra que supone entregar la totalidad de la producción actual de casi cuatro años.
Aunque ahora los contratos están suspendidos por "razones de fuerza
mayor", las empresas aún deben parte de los 540 millones de dólares de
anticipo que recibieron al momento de su firma. El monto fue depositado
en una cuenta offshore de las estatales en una oficina comercial
del banco ruso Gazprombank en el Líbano y, según los convenios, ese
"adelanto" se pagaría con descuentos de 700 dólares a cada una de las
toneladas despachadas entre 2010 y 2012.
Los contratos a futuro existen en todo el mundo con cláusulas como la 11.3, que establece que si un evento impide el despacho por más de 90 días, entonces las condiciones serán extendidas por un período igual a la fecha de cesantía. Lo que no es usual, explica un comprador nacional de aluminio, es que se tenga que pagar con más 162,9 dólares por cada tonelada, un plus que pudiera interpretarse como una compensación por los intereses generados; sólo que ese excedente equivale a 30% del anticipo. Es decir, hay un elevado 20,23% anual de interés sobre saldos. "Pareciera una grosería achanchullada", señala.
Los contratos a futuro existen en todo el mundo con cláusulas como la 11.3, que establece que si un evento impide el despacho por más de 90 días, entonces las condiciones serán extendidas por un período igual a la fecha de cesantía. Lo que no es usual, explica un comprador nacional de aluminio, es que se tenga que pagar con más 162,9 dólares por cada tonelada, un plus que pudiera interpretarse como una compensación por los intereses generados; sólo que ese excedente equivale a 30% del anticipo. Es decir, hay un elevado 20,23% anual de interés sobre saldos. "Pareciera una grosería achanchullada", señala.
Bauxilum se va a pique
Muy pocos en la industria hablan de esos contratos. Los compromisos con
Glencore se hicieron tabú luego de que el presidente Hugo Chávez ideara
el Plan Guayana Socialista 2009-2019, cuyo propósito era la
transformación de la materia prima en Venezuela. La transición al
socialismo soñaba con lograr el llamado desarrollo de aguas abajo que
buscan en Guayana desde hace 60 años, pero en la realidad hoy hay más
dependencia de las transnacionales.
El caso de Bauxilum es emblemático por lo contradictorio con el discurso
oficial: datos del sistema SAP de información de la empresa, un informe
de auditoría de 2013 (AL-DCPM-XX/12)
y los documentos de Memoria y Cuenta del Ministerio de Industrias desde
2010 a la fecha, confirman que Bauxilum se va empeñando al tiempo que
Glencore se beneficia.
La crisis alimenta un círculo vicioso: ahogada en deudas y caídas de la producción, Bauxilum accede a hacer más deducciones de dólares por tonelada a cambio de dinero fresco de Glencore. La táctica le permite ganar tiempo para aplacar conflictos laborales, pero no de a gratis: Bauxilum queda comprometida para el futuro y, por tanto, queda obligada a enviar más alúmina a Glencore a cambio de menos divisas en los próximos años.
Los informes de Memoria y Cuenta que el Ministerio de Industrias ha presentado desde 2010 hasta hoy en día resultan elocuentes: las empresas de la Corporación Venezolana de Guayana han disminuido su producción en la misma medida que ha crecido su relación con la trasnacional Glencore. Bauxilum, de hecho, registra una caída de 70% y hasta 80% de su capacidad instalada en cuestión de seis años.
La crisis alimenta un círculo vicioso: ahogada en deudas y caídas de la producción, Bauxilum accede a hacer más deducciones de dólares por tonelada a cambio de dinero fresco de Glencore. La táctica le permite ganar tiempo para aplacar conflictos laborales, pero no de a gratis: Bauxilum queda comprometida para el futuro y, por tanto, queda obligada a enviar más alúmina a Glencore a cambio de menos divisas en los próximos años.
Los informes de Memoria y Cuenta que el Ministerio de Industrias ha presentado desde 2010 hasta hoy en día resultan elocuentes: las empresas de la Corporación Venezolana de Guayana han disminuido su producción en la misma medida que ha crecido su relación con la trasnacional Glencore. Bauxilum, de hecho, registra una caída de 70% y hasta 80% de su capacidad instalada en cuestión de seis años.
Trasnacionales prosperan
La firma de los contratos a
futuro coincidió con el inicio de una crisis en toda la cadena de
producción del aluminio, que arrancó en la mina de bauxita de Los
Pijiguaos, ubicada al oeste del estado Bolívar, donde en 2012 por
ejemplo, llegaron a extraer apenas un cuarto de los 6 millones de
toneladas que solían producir.
La sustitución de importaciones que la industria había logrado se revirtió en tan sólo cinco años. Con la tercera reserva de bauxita más grande del mundo, Bauxilum importó 1,3 millones de toneladas de bauxita a través de Glencore, provenientes de Brasil, Guyana e Indonesia.
De acuerdo con el informe de auditoría AL-DCPM-XX-12, el producto no sólo se compró con sobreprecio sino fuera de especificaciones técnicas. Para justificar el requerimiento, la gerencia adujo la desinversión en la industria y anunció vender bauxita para amortizar sus deudas con la empresa de transportación ACBL, en donde figura como accionista el representante de Glencore en Venezuela, Roberto Wellisch.
En esa transacción, Bauxilum otorgó a ACBL un cargamento de 900.000 toneladas de bauxita cotizadas a precios más de dos veces por debajo del monto por el que la empresa estatal lo había adquirido, lo que quiere decir que compró caro y revendió barato al mismo grupo de empresarios. Sólo en esa triangulación se evaporaron 47,7 millones de dólares: el documento dice que Bauxilum demandó 28,8 millones de dólares por un cargamento similar al que había adquirido por 76,5 millones.
La sustitución de importaciones que la industria había logrado se revirtió en tan sólo cinco años. Con la tercera reserva de bauxita más grande del mundo, Bauxilum importó 1,3 millones de toneladas de bauxita a través de Glencore, provenientes de Brasil, Guyana e Indonesia.
De acuerdo con el informe de auditoría AL-DCPM-XX-12, el producto no sólo se compró con sobreprecio sino fuera de especificaciones técnicas. Para justificar el requerimiento, la gerencia adujo la desinversión en la industria y anunció vender bauxita para amortizar sus deudas con la empresa de transportación ACBL, en donde figura como accionista el representante de Glencore en Venezuela, Roberto Wellisch.
En esa transacción, Bauxilum otorgó a ACBL un cargamento de 900.000 toneladas de bauxita cotizadas a precios más de dos veces por debajo del monto por el que la empresa estatal lo había adquirido, lo que quiere decir que compró caro y revendió barato al mismo grupo de empresarios. Sólo en esa triangulación se evaporaron 47,7 millones de dólares: el documento dice que Bauxilum demandó 28,8 millones de dólares por un cargamento similar al que había adquirido por 76,5 millones.
En las últimas semanas el representante de Glencore, Roberto Wellisch,
ha visitado Guayana. Se supo que pidió a Venalum retomar sus
intercambios, suspendidos en marzo de 2013, pero esta vez a cambio de
coque de petróleo calcinado, un insumo requerido para la fabricación de
ánodos de carbón que escasea en Guayana.
Según una carta filtrada desde la propia CVG, Palmat -la representante de Glencore en el país- propuso al gerente de logística de Venalum, teniente coronel Larry Aragort, facilitar 200.000 toneladas de coque de petróleo calcinado en el puerto de la estatal -a un precio de 450 dólares por tonelada- a cambio de 1.000 toneladas de aluminio entre agosto y marzo de 2014, con las mismas condiciones del contrato de 2009. Y Venalum aceptó la oferta el 2 de agosto, según consta en la comunicación GL-155/2013.
En Guayana, no han logrado recuperarse desde que en 2009 desincorporaron varias de sus líneas para ahorrar energía eléctrica. Entonces salieron a comprar 60.000 toneladas de aluminio para pasar a ser simples revendedores.
Según el Instituto Nacional de Estadística, Venezuela sólo ha importado de Estados Unidos y Brasil 6.941 toneladas de las 115.000 toneladas de aluminio aprobadas por Chávez en el punto de cuenta N 065/ de 2010. De no haber un error, la CVG pagó más de lo que llegó. ¿A dónde fue a parar el aluminio que el Gobierno importó?
jpoliszuk@eluniversal.com
Según una carta filtrada desde la propia CVG, Palmat -la representante de Glencore en el país- propuso al gerente de logística de Venalum, teniente coronel Larry Aragort, facilitar 200.000 toneladas de coque de petróleo calcinado en el puerto de la estatal -a un precio de 450 dólares por tonelada- a cambio de 1.000 toneladas de aluminio entre agosto y marzo de 2014, con las mismas condiciones del contrato de 2009. Y Venalum aceptó la oferta el 2 de agosto, según consta en la comunicación GL-155/2013.
En Guayana, no han logrado recuperarse desde que en 2009 desincorporaron varias de sus líneas para ahorrar energía eléctrica. Entonces salieron a comprar 60.000 toneladas de aluminio para pasar a ser simples revendedores.
Según el Instituto Nacional de Estadística, Venezuela sólo ha importado de Estados Unidos y Brasil 6.941 toneladas de las 115.000 toneladas de aluminio aprobadas por Chávez en el punto de cuenta N 065/ de 2010. De no haber un error, la CVG pagó más de lo que llegó. ¿A dónde fue a parar el aluminio que el Gobierno importó?
jpoliszuk@eluniversal.com
(*) Este reportaje fue parte de un proyecto del Instituto de Prensa y Sociedad investigado y publicado en simultáneo en El Universal, El Correo del Caroní y el sitio web www.armando.info