Declaración de Guy Ryder, Director General de la OIT, con ocasión del Día mundial contra el trabajo infantil
El trabajo infantil constituye una violación fundamental de los derechos humanos. Deniega a las niñas y niños el derecho a disfrutar de la infancia, a acceder a una educación de calidad y a albergar esperanzas para el futuro.
En sus peores formas, expone a los niños a la esclavitud, al trabajo peligroso y a las actividades ilícitas, como el tráfico de drogas y la prostitución.
Si bien se han hecho grandes progresos para reducir el número de niños que trabajan en el mundo, 215 millones de niñas y niños siguen trabajando, y más de la mitad de ellos desempeña las peores formas de trabajo infantil.
Es especialmente difícil luchar contra el trabajo infantil cuando éste tiene lugar a puerta cerrada, lejos de la mirada pública. Suele ser el caso del trabajo infantil en el trabajo doméstico, donde los niños en ocasiones están lejos de sus familias y comunidades.
Según las últimas estimaciones de la OIT, dos de cada tres niños que trabajan en el servicio doméstico en casa de un tercero no alcanzan la edad mínima legal o están expuestos a situaciones de peligro. La mayoría son niñas y algunas son víctimas del trabajo forzoso o de la trata de seres humanos. Los casos de maltrato son habituales.
En este Día mundial contra el trabajo infantil hacemos un llamado a que se tomen medidas urgentes en todo el mundo para acabar con el trabajo infantil en el trabajo doméstico.
En particular, instamos a los Estados Miembros de la OIT a que ratifiquen y garanticen la aplicación efectiva de los convenios de la OIT en materia de trabajo infantil y trabajo doméstico. Hace sólo dos años, la OIT aprobó dos nuevas normas, el Convenio núm. 189 y la Recomendación núm. 201, en las que se hace hincapié en que los trabajadores domésticos, al igual que los demás trabajadores, tienen derecho a disfrutar de un trabajo decente. En el Convenio núm. 189 también se establece que la edad mínima para los trabajadores domésticos debería ser coherente con lo dispuesto en los convenios de la OIT en materia de trabajo infantil. En ellos se establece que los niños con edades inferiores a la edad mínima de admisión al empleo o al trabajo no deberían trabajar, y que los trabajadores jóvenes que han alcanzado la edad mínima deberían trabajar en condiciones seguras.
Además de prevenir el trabajo infantil, los gobiernos deberían tomar medidas para proteger a los adolescentes que tengan la edad mínima legal y que trabajen en el servicio doméstico. Se deberían limitar los horarios de trabajo, prohibir el trabajo nocturno, limitar el trabajo que sea excesivamente agotador, y tomar medidas para asegurar una protección efectiva contra todas las formas de abuso, acoso y violencia.
Aunque en este Día mundial contra el trabajo infantil nos centramos en la cuestión del trabajo infantil en el trabajo doméstico, también debemos recordar la necesidad de atajar desde la raíz todas las formas de trabajo infantil.
Debemos procurar que todos los niños tengan acceso a una educación básica de calidad y al aprendizaje, por lo menos hasta que cumplan la edad mínima para el empleo.
Necesitamos establecer pisos nacionales de protección social para que las familias, con independencia de sus circunstancias, puedan llevar a sus hijos a la escuela y mantenerlos escolarizados incluso en épocas de grandes dificultades.
En el mundo de hoy, debemos esforzarnos más que nunca por crear empleos decentes para los adultos en tantos sectores como sea posible.
En este Día mundial, queremos dejar patente que no hay lugar ni excusas para el trabajo infantil en el trabajo doméstico, ni en ninguna otra forma de trabajo.
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